Por Diego Paolo Angulo Sumarriva
Lo más común en una historia de viaje es hacer referencia a los paisajes, flora, fauna, comunidades, entre otros similares; en otras palabras, lo atractivo de la zona. Sin embargo, lo que estamos a punto de contarles es una experiencia que a muchos aventureros nos atrae y nos motiva a regresar o visitar lugares similares. Lo que inició como un viaje común para hacer trekking, se convirtió en una experiencia única de lo que significa senderismo y viajar por una laguna a 4185 m.s.n.m.
Todo inició con el deseo de hacer un viaje para despedir el año 2018 pero con el estilo aventurero. Sara, mi enamorada, me dio la sorpresa de que nos iríamos a Huaraz a celebrar fiesta de fin de año. Debo admitir que me confié mucho, creí que sería un viaje ligero; sin embargo, este trekking cambió mi forma de ver los viajes.
Como uno de los destinos, ya en Huaraz, seleccionamos la laguna Parón. Aparentemente sería solo una caminata al mirador y un paseo en bote por lo que vimos en imágenes. Al llegar a Parón, tuvimos un recibimiento caluroso por parte del clima, y como nos planificamos subir al mirador primero y luego bajar a la laguna a dar un paseo por sus aguas, dejamos las casacas en el carro llevando la mochila con agua y los celulares.
Iniciamos con una subida un poco pronunciada y con peculiares caminos, hasta la mitad que yo consideraba camino, porque es ese punto en el cual la ruta cambió drásticamente a serpentear entre rocallosas sin ningún tipo de sujeción y con el nevado por encima nuestro. Al inicio dudé el continuar pero al llegar arriba, disfruté ver la laguna y como esta es alimentada por 3 nevados que la rodear. Hasta este punto estaba con la adrenalina a tope.
Cuando descendimos, se suponía que nos relajaríamos en el paseo en bote; sin embargo, se convirtió en la cereza del pastel porque terminé remando el bote con 5 pasajeros más sobre una laguna que tiene 75 metros de profundidad y al verla desde arriba, se observan sombras en ella.
Es así como una tranquila actividad de caminata y paseo, se convirtió en un deporte de aventura que me hizo vencer el miedo a las alturas y mi problema con el soroche.
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