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Aventura en Budapest

Por Rocío Guadalupe Masías

Había viajado sola. Recuerdo que era verano, y que había decidido tomar una visita guiada en Budapest, Hungría, la cual duraría unas 3 horas caminando por la ciudad. Éramos como unas 20 personas, y realmente, no había hablado con mucha gente del grupo. Al final, la guía se despide y el grupo se divide sin dejar de recomendarnos un buen lugar para almorzar, y se podría decir que en este momento empezó la aventura.

En el restaurante, estaban dos colombianos que había visto en el grupo, empezamos a charlar y terminamos almorzando juntos, y así conversando se fue armando un plan de reunirnos horas después. De pronto a la noche, me presentaron a unos amigos más, y ya éramos un grupo de viajeros con ganas de conocer más de Budapest.

En ese momento, decidimos subir la colina de Gellért, que se veía a lo lejos, tomamos un bus hacia el lugar y empezamos el ascenso. Todo bien hasta como a medio camino, cuando empezó a garuar, seguimos subiendo por un caminito entre árboles, tierra y pasto y llegamos a la cima, donde hay una como una pequeña ciudadela. Luego empezó a llover fuerte, y pensando en que pararía pronto encontramos un lugar que nos cubriera para charlar, en donde conocimos a un grupo de franceses, entre broma y broma, el grupo creció.

De pronto, éramos ocho personas entre americanos, canadienses, franceses, colombianos y yo, peruana. Tomamos algunas fotos rápidamente de la vista increíble de la ciudad desde lo alto, y decidimos empezar la bajada, ya en medio de una tormenta. Mientras bajábamos, teníamos miedo porque ya resbalábamos entre tanta agua y lodo, además la lluvia cada vez era más intensa, corría viento y la temperatura había bajado, sin embargo, bajamos en grupo ayudándonos unos a otros, y en unos 20 minutos llegamos a la autopista.

Vimos un puente a lo lejos y corrimos para cubrirnos de la lluvia, estábamos todos empapados y muertos de frío. Mientras esperábamos, decidimos crear un poema entre todos, en el que cada uno aportaría algo que nos recordara tremenda aventura. Fue algo que nos llenó muchísimo.

Luego de esta noche, seis de nosotros permanecimos en la ciudad por algunos días más, en los que la recorrimos, probamos su comida, visitamos sus famosos bares, bailamos, cantamos, reímos, como si fuéramos amigos de toda la vida.

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